Hay una persona a la que hace mucho que no le escribo nada. No porque no se lo merezca, al
contrario, se lo merece todo.
Ahora que poco a poco, puedo empezar a hablar de Lucia, me
doy cuenta de lo que paso aquellos días y sobretodo de la persona que la vida,
o el destino puso a mi lado.
Yo no estoy acostumbrada a caerme, al contrario, estoy
acostumbrada a subir a todo el mundo a mi espalda y tirar de ellos si caen.
Nunca a subirme yo y que tiren de mi.
Pero me caí, no me importa reconocerlo, me caí hasta el
punto que me daba igual vivir o no. Sin mi niña, mi vida dejo de serlo.
Todos esos días tuve
a mucha gente pendiente de mi, amigos, mi familia, la familia de mi
pareja…
Pero tuve lo más importante y fue una persona que me sujeto,
que no me dejo caer, que cada vez que yo me caía el me levantaba.
Alguien que por mí, por ayudarme a salir del pozo, tuvo de dejar
su dolor a un lado para poder ayudarme a cargar con el mío.
Recuerdo noches en las que pasaba horas llorando y el estaba
siempre abrazándome, hasta que me quedaba dormida. No me dejo sola un segundo,
ni se quejo de que el también sufría. Solo me abrazaba e intentaba que caminara
a su lado y no me dejara caer.
Gracias a el, hoy estoy aquí. Porque sé que sin el yo no
hubiera podido, poca gente tiene la suerte de dar en su vida con una persona
tan especial, yo solo puedo dar gracias a que la vida, la casualidad y el
destino… hicieran que nos encontráramos. Porque por muchas piedras que la vida
ponga en mi camino, se que contigo podre saltarlas.
Gracias Jaime, por cómo me entiendes, por cómo me quieres y
por como sujetas mi mano para que yo no caiga.
Te amo.